Conocer a personas en la calle es todo un reto. No sabemos quiénes tienen malas intenciones, quiénes son ingenuos y quiénes sólo son distraídos que buscan una calle. ¿Qué impide la comunicación abierta, como en un "chat" virtual, entre dos pasajeros de un autobús? Aparentemente, los prejuicios, el aspecto físico, el temor y el estado de ánimo.
En el tren subterráneo se pasean personajes de toda clase. Los que te miran para incomodarte, los que venden, los que duermen, los cableados que escuchan música, los lectores y los reflexivos. Un día se subió una cantante de la escuela Tiempo Musical. Se movía entre los vagones interconectados, diciendo algunas palabras, e interpretando luego algún fragmento a viva voz, a capella.
La miré con esa displicencia que todos tienen cuando no se conocen entre sí. Esa mirada indiferente, ausente de sonrisas o de algún gesto bondadoso. La escuché primero parcialmente, pues las ruidosas llantas del tren a toda velocidad opacaban aquel arte urbano. Comprendí, después de un breve discurso de su parte, que pedía unas monedas a cambio de la interpretación. Después tuve, en una ráfaga de imágenes, la idea de que podía darme un concierto personal y pagarle lo justo.
Cuando terminó de pedir retribuciones, se sentó para esperar a que el tren llegara a la última estación. No le dí dinero. Me comporté como uno más entre las masas. Instantes después me abofeteó el destino y reaccioné. Me acerqué decidido a ella, con el miedo también de que fuera a incomodarse. "Hola", le dije.
— Hola —, responde.
— Sé que no es mucho —le comento dándole pocas monedas— pero servirá. Lástima que el ruido del tren opaque tu voz. Tienes lindo timbre y entonación.
— Gracias, de verdad.
Luego me mostró su tarjeta y me dijo que la buscara en la red social FaceBook. Así lo hice. La encontré y no había modo de agregarla. Envié un mensaje y nunca me respondió.
...
Apenas hace unos días dijo que no lo había visto y me añadió como amigo. La he visto una vez, hemos charlado cuatro o cinco veces y hemos formado un pacto "virtual" de amistad que se reforzará ahora que la vea de nuevo.
Quizá las monedas sean de poco valor, pero una amistad potencial no puede adquirir precio. Y así conocí a Scarlett, una vocalista de un grupo llamado Sueños Violeta. Todos tienen una historia que contar, pero todos tienen miedo de todos.