Es un canto ancestral, multitudinario, cargado de oscuridad y de nuevo espíritu. Figuración de llanto omnipresente. Escucha las saetas y hiérete con ellas, frías, clavadas hasta el cerebro bajo la amazonia.
Te conviertes en un animal primitivo en esplendor de lo que acontece, lo que amanece, lo que anochece, lo que logra del verde un verbo repetitivo en las montañas. Allí siempre se pide.
Me gusta toda ella cristalina de mil formas y que siempre escapa. Besa todos los matices. Flotas. A lo lejos veo los ojos de manantial y el silencio de las demás criaturas dormidas bajo ese velo líquido de historias de bosque. Ese aliento eterno e hipnotizante.
No sólo cae agua.
Te llueve hasta el alma.