Asi como amanecia todos notaron las decoraciones colgadas mientras abrian sus ventanas, mientras salia el sol y filtraba sus rayos sobre los lagos, volviendolos de oro y bronce.
Los empedrados de las calles tenian adornos en cada esquina, como si los mismos prepararan al pueblo para un festival nuevo. La fuente de la plaza rebosaba de unos peces extraños que se mecian docilmente en el agua. Las cercas de algunos jardines tenian sobre el filo numerosas puntas que antes no estaban alli.
Los niños corrian de aca para alla y se reian mientras coleccionaban montones de gemas con formas extrañas. Asi tan extraño como resulta este cuento, al cual algo le falta y que en el pueblo le sobra. Pronto escucharon a un juglar que provenia de otro pueblo cercano, agitado y humedecido de la frente por la caminata. Poniendose la mano izquierda en la frente, por arriba de los ojos, con el fin de tapar el sol que le quedaba por delante, el juglar diviso donde habia quedado lo que le habia sido arrebatado.
Reviso los cuentos y libros que hacia para los niños y noto que lo mismo que faltaba alli aparecia por todas partes justo donde el estaba. Gemas, adornos, cercas, caramelos, peces y flores, todo acentuado en un revoltijo.
— ¿Quien se ha atrevido a robarse las tildes de mis cuentos?
Y asi tan extraño resulta contarlo, con algo que nos falta y que seguramente el lector encontrara en su casa, este cuento carece de lo dicho y vea usted que por sus dominios esta permutado un acento en florero, llave, fruta o lo que sea. Le solicitamos que si encuentra algunos, los traiga para este lado.