Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

martes, 26 de junio de 2012

Algo de lluvia.

En la ciudad, ¿es correcto quejarse de la lluvia? Ay, inunda las calles, desborda las alcantarillas, entorpece el tránsito, humedece la ropa nueva, echa a perder las escondidas billeteras, salpica a los despistados, asusta a los perezosos, despierta a los somnolientos.

Y sin embargo, es inofensiva. Sólo empapa. No sabe que estás vestido. Molesta porque no estamos desnudos como esculturas griegas, dispuestos a llenarnos de placer con cada gota sobre la piel.

Llanto y lluvia se confunden. Y allí, detrás de la ventana, el que se moja es tu reflejo, incólume.

En el campo, ¿es correcto gozar de la lluvia? Sana las cosechas, inquieta la tierra, perfuma a los animales, tamborilea en el tejado, arrulla a los niños, purifica las almas, provoca nostalgia.

Y allí, detrás de la ventana, el que se moja es el viajero, mientras mira al interior una cálida hoguera de una familia que se sienta a la mesa para la cena. Su reflejo: al temple, indemne, escurriendo lluvia dentro de una cabaña desconocida.