Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

sábado, 13 de diciembre de 2014

Cosa de novios.

No me habla. Sigue sin hablarme. Por eso no me gusta discutir. Comienza a ignorarme, se pone a mirar su celular con descaro, contestando mensajitos insignificantes.

Llegamos a otra estación. Sube la gente y se apretujan un poco más. Cómo tengo ganas de abrazarla, pero no me habla. Miro entonces por la ventana cómo pasan las luces en el túnel, como si fueran disparos de una pistola láser a lo lejos.

Se mueve un poco, se acomoda en su asiento y siento cómo roza su hombro con el mío. Quisiera que al menos se recargara en mí, para hacer una tregua en silencio, para olvidar lo malo del mundo, para perdonarnos sin decir nada. Basta una mirada nada más. Sí, me mira rápido y luego regresa a su celular. Creo que esto va para largo.

Todavía nos quedan como siete estaciones para resolver nuestra situación. Trato de recargarme ligeramente en ella pero me empuja, muy molesta. No quiere ni voltear a verme. Yo muero por sus labios, por sus manos, por su cabello perfumado.

En la estación Viveros se baja, sin decirme adiós. Ni un mísero "nos vemos" o "luego hablamos". Se me escapa de las manos. La veo caminar y perderse. Tal vez nunca la vuelva a ver.

Así son todas.

Así son todas mis novias que comparten asiento conmigo durante un viaje en metro, aunque ellas no lo sepan.