¿Y para qué escribir cuando no hay nada que decir al mundo? Cuando hoy es un día cualquiera en el que no cualquier tema se puede hacer literatura. Cuando deambulan la razón y la imaginación, una por contar hechos reales con pizcas de encantamiento y la otra por contar con demasiado encanto juegos falsos.
Escribir sólo por el placer de hacerlo, porque temas no faltan, sino una musa que saque las palabras en pergaminos y juegue con ellas antes de meterlas en un texto.
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