Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

miércoles, 29 de enero de 2014

Provocar con el lenguaje.

Hace algún tiempo escuché sabio consejo de un maestro: crear e hilar tejidos de lenguaje para provocar. Esa sería la finalidad de un escritor: conocer todas las herramientas para luego romper las reglas y ser regañado, mirado con juicio, criticado, hasta abofeteado por haber mencionado oraciones que ni siquiera sabíamos que existían.

Véase la maravilla de 27 símbolos bien elegidos para construir un número infinito de habitaciones metidas en libros, de personajes de papel, de declamaciones puestas en cursiva, de monstruos, de mundos, lágrimas, guiones, leyendas y virtudes.

Nos daría gusto visitar una biblioteca que fuese aumentando su tamaño progresivamente según se necesitase. A razón de saber que dicho recinto no ocuparía nada más una vasta región, sino un planeta completo donde residiría todo el conocimiento y creatividad hasta ahora conocidos desde aquellos que llamaron fenicios.

Y si una idea provocó demasiado, al quemarla nacería otro libro a modo de protesta, como si las letras parieran letras y los libros, pergaminos. Pero si abstraemos el significado de todas estas cosas y mostramos sólo las manchas de tinta, cuando el último hombre sobre la tierra olvide el lenguaje, aquí no habrá nada escrito. Sólo manchas negras como los puntos de la piedra en el granito. Tal vez se hagan casas con libros jamás leídos.

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