Una historia es buena porque tiene un final que agradecemos. No necesariamente tiene un principio, porque puede comenzar a la mitad o por un aparente final que no lo era. Nos cuentan cómo el héroe resolvía la historia y conseguía quizá a una chica con la se quedaba para siempre.
Entonces, primero sale el héroe en medio de una escena de acción y después nos comienza a relatar su pasado para que podamos comprender cómo es que se volvió héroe. Luego consigue la chica y la pierde por alguna estupidez. Después la volverá a recuperar con un acto heroico. Allí está el final que agradecemos.
Sólo me gustaría ir más allá de la historia y ver cómo es la vida cotidiana. Supongo que la chica se vuelve a ir y después se le recupera de nuevo. A esa intermitencia de relación le vienen bien varios finales. Nosotros decidimos hasta dónde. Siempre estamos de curiosos y queremos ver cómo es la vida diaria del héroe y la chica. Queremos ver ese punto donde el héroe se parece a nosotros, que tomamos café y leemos el periódico o vemos alguna teleserie. O que por la noche besamos y amamos a la chica. Tal vez como el oficinista que se volvía súper hombre.
Entonces, ¿en un mundo de héroes hacer heroísmos se vuelve cotidiano? Siempre estamos buscando un final que agradezcamos, porque no nos apetece pensar que la chica no volverá o que los poderes se desvanecieron para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario