Ha usted de saber, ingrato lector, que...
— ¿Cómo me has llamado?
Ingrato lector.
— Pero estoy leyendo. ¿Cómo te atreves?
Porque has dejado de leer.
— Pero si estoy leyendo, carajo.
Bueno, ahorita sí. Pero luego lees y metes una cosa entre las páginas y dejas de leer. Por lo tanto debería decirte ingrato lector de episodios.
— Yo tengo derechos de lector. Y puedo dejar de leer cuando yo quiera.
Eso no te quita lo ingrato.
— ¿Qué tal si dejo de leer ahora mismo?
Pues ya no verías nada de lo que sigue.
— Ahí va a estar para cuando yo vuelva.
¿Estás seguro?
— Sí. Nos vemos luego.
(Aquí se fue un ingrato lector y no hay manera de negarlo).
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