La pluma siente que todas sus necesidades pueden realizarse mediante la escritura, mediante la tinta y el papel. Es como el primer nacimiento, como la primigenia concepción del mundo. Primero fue la tinta, y entonces había que ir hacia un pergamino para desarrollarse y evolucionar. De momento así resulta. No es posible especular nada más sobre el futuro. Al menos, no mientras está acostada. ¿Acaso puede estar pensando? Su conciencia debe estar entonces en otro lado. Es necesario averiguar dónde. Sí, en la mano del escritor, pero ella sabe que él piensa otras cosas, que divaga, mientras ella vacía sus propias ideas en el papel.
Ahora es una confrontación: debe usar al escritor para que ponga lo que ella desea, en vez de lo que él está pensando. ¿No es eso una formidable conquista?
Todo lo que posee, de momento, es la esperanza de que pronto volverá a suceder. Va a empapar su punta y sentirá que toca el suelo, donde puede ser feliz porque el universo se extiende bajo ese único pie. En el momento en el que las letras viajan de su cuerpo hacia el papel, se vuelve eterna.
Vuelta a la escritura, 11 de marzo, 2023.
Para la rectificación de los tiempos perdidos.
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