I
¡Qué robusta necesidad retórica, desafiante!
A galope de métricas, necedad de pirita.
No uso de la aristocracia que irrita,
si más bien me conformo con este diamante.
No quiero magnitudes de cielo azul tono.
A la rima: túmbate por el agujero.
No hacen falta pomposas rimbombancias,
si de jabón estas pompas enjabono
y me alegra en el árbol el jilguero.
Omítete metáfora, sal por si acaso
pues azúcar quieren estos versos,
más por más van juego y dispersos
ufanarse libres al crepúsculo y ocaso.
Tema: del sol dorados los cabellos.
Si ni peine tiene, la luna lo controla.
Patrañas: a las seis sangra el cielo.
Ni hablar, esto es estrofa pirinola
y el sol quema en el desierto a los camellos.
Ojos en despojo te hundes submarino.
Según ellas ojos de mar dicen los poetas.
A seguro calamar con tentáculos por saetas
y sus ojos son tremendo remolino.
Uy, el éxtasis de amar fusión de pieles,
uy, pasión y fuego artístico explosivo.
No me venga con superfluos,
poeta fingido y soberbio señor altivo
si amar es tan sólo juntar dos mieles.
Se acostumbra ahora la amada
a escuchar las perlas de su sonrisa y boca.
No la engañe porque no está loca,
es de costa y el beso le sabe a ostra semicerrada.
Hartazgo de poemas en apariencia gloriosos.
Complicas todo, negligente estructura
y confundes al paladar, insisto.
A bien conozco yo la golosina y cura:
consiste en puñado de dulces deliciosos.
Quieren inventar maneras miles
de elevar el efímero clímax placer.
No es otra cosa que volver a nacer
después de caricias con permiso viles.
Juego en hipérbole del mismo fuego,
proclaman: incendia grande el alma
y acelera del amor los corazones.
Quédate tranquilo en la hoguera en calma
y achicharra tu esqueleto luego.