Eso de que la muerte se aparece en forma de eventos es sólo para mantener la conciencia tranquila. No quieren mirar a través del cristal al monje que empuja a los injustos. Entonces, cuando un urbanita se salva milagrosamente de una caída, dicen que desafió a la muerte. Mentira. Para desafiar a la muerte hay que jugar una partida de ajedrez y apostar la vida en ello. Así, discretamente, con honestidad. Que la muerte se burle de uno es mirar a través de un panel de rayos X y luego al desmayarse que los ecos de la imagen se queden grabados en la memoria.
O bien se puede fumar la pipa con un monje que sea el representante legal de la muerte. Ya luego veremos las túnicas blancas de los que representan a la vida, en este ir y venir de la pelota de los días de las personas en un inocente juego de ping-pong. Así es como se explican las muertes insólitas con palillos de dientes y la supervivencia desconcertante a un incendio que tira la casa.
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