Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

jueves, 28 de agosto de 2014

De cerebros y corazones.

Escribir poesía no se hace con el corazón. Jamás. Primero habría que encajarle una pluma, desangrarlo e ir impregnando las hojas como quien sella su vida ahí. Numerosas venas han quedado extendidas, no correspondidas, muertas, estiradas hasta la saciedad de los solitarios deseos de un gigante rítmico. Y resiste. Su mecánica es tan dramática que cuando nos lo rompen aumenta de tamaño, se enreda en hambre, se vuelve un monstruo, un hematófago incontenible. Actúa y confunde a la diosa mental que habita en las lúgubres cavernas de la cabeza.

No se calla la divinidad, es arte puro y sacude el cuerpo en revoluciones de pensamiento, locura sin ataduras y razón mermada. Nada más de repente se resbala con su dislexia, silenciosa, hundida, nos susurra lo que los dedos machacan en cada tecla. Si acaso, lo que la pluma dibuja es poesía o una prosa travestida. Sangre hay para todos, pues de tanto escribir también come el cerebro.

Sois musas en conflicto, ustedes dos. La una roja, revoloteadora, danzante y calcinante. Sea el fuego libre del interior un poderoso demonio que explota con cada aliento. La otra está partida en dos, es hombre y mujer, es todo y nada, es el enlace íntimo entre una explosión de big bang y un orgasmo bien planificado. La androginia en persona. La vigorosa pasión eterna. El verdugo de la conciencia. El inagotable recurso del pecho.

Escribir poesía no es algo que se haga con el cerebro, nunca. Primero habría que desenredarlo, servirlo en una bandeja, meterlo en el tintero y ponerlo a grabar impresiones en papiros. Su suerte es tal que se discute consigo, metiendo dos personas en una, secuestra el cuerpo y lo arrebata cuando le conviene. Su maquinaria es tan compleja que cuando nos lo rompen envía una bomba de tiempo al resto de la historia, donde a simple vista vemos caer un simple hombrecillo con sueños ridículos.

Entonces llega la otra, la del color del sol a punto de ahogarse en el mar. Estalla, reta a su antagonista. No se puede confiar en ninguna. Se envidian, se hieren... una transforma lo que la otra ya hizo, una invade, la otra roba. Una llora, otra ríe. Luego intercambian.

Escribir poesía es más bien un flujo de vidas y muertes pequeñas. Es corazón y cerebro, así, unidos como azul y cielo. Sois musas en conflicto que en secreto se aman, y estando fundidas un paradigma nace. Jamás podrán destruirse a pesar de que hacen pedazos un alma errante que sólo quiere llenar el papel de tinta para que la historia la conserve. Entonces se diga: ahí hay una breve proesía.

3 comentarios:

  1. Hace mucho tiempo que no había leído nada que realmente me pusiera el bello de punta. Hasta ahora. Me encanta esa magia que surge de la unión de los sentimientos que te sugiere escribir, en este caso poesía. Me encanta, y me emociona, al ver que todavía queda gente que escribe así y que habla tan bien de la poesía, 'aquella que que es un flujo de vidas y de muertes pequeñas'.

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    1. Agradezco tus motivadores comentarios. Ver que estas letras hacen recorrido y provocan emociones me llena de mucha simpatía y ánimo.

      Gracias en verdad.

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  2. Genial amigo, te felicito. La poesia no se escribe con nada en particular, la poesia se siente, la poesia es uno mismo intentando encontrarse

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