Estimado Juan:
Las actividades evolucionan y los días cambian. Los proyectos van evolucionando a buen ritmo y nuestros clientes están satisfechos. Nuestro índice de ventas se ve como la espuma de una cerveza: va para arriba. En fin, todo ha ido viento en popa y habíamos considerado aumentarle el sueldo en un 10% por su excelente desempeño. Sólo que hay algo que aún no entendemos. Algo que ha cambiado el rumbo de su salario. Algo que nos mantiene al margen.
Charlamos con el comité y nos hemos enterado de los errores menores o imprevistos, que por supuesto hemos pasado por alto. Podemos perdonarle su falta de higiene, su presentación un tanto descuidada, su habitual impuntualidad que se lleva siempre de tajo unos 20 o 25 minutos, su descuido con algunos libros que llena de grasa, su falta de atención con los clientes, sus estornudos estrepitosos que interrumpen a algunos lectores en la sala, el olor tan agudo del cloro que no diluye, la música que trae demasiado volumen en su dispositivo móvil y su voz no hecha para el canto. Todo ello se opaca un poco con la limpieza que usted se encarga de dar a los anaqueles.
Lo que no vamos a perdonarle nunca es que entre tantos libros, personas que charlan con usted, capacitaciones y talleres de cuentos, haya tenido el descaro de corregir un libro nuevo, sustituyendo la palabra "paciencia" con "pasiensia". Corregir lo correcto no lo hace más correcto.
Hemos decidido disminuirle el sueldo en un 10%. O bien, si lo prefiere, puede presentar su renuncia.
Atte.:
Dalia.
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