Me gustaría saber si a la luna se le dedica tanta poesía por alguna cualidad específica. Quizá su blancura, su tamaño, su condición de guardián nocturno.
Normalmente el poeta va caminando por algún sendero y la ve plantada y fija allá arriba. Entonces se le antoja dedicarle un escrito, según la fase. Pero ningún poeta imprime una fotografía de la luna para ponerla al lado de sus libros. Ya sabemos que es mejor la real que una impresa, pero no podemos conservarla en llena para siempre.
Es la luna un fantasma que se aparece o se oculta según le place.
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