Todos alguna vez hemos creído que pertenecemos a un guión de película. Que llegará un momento en el que nuestras vidas se verán sacudidas por la impertinencia de un niño, la catástrofe o un choque entre dos personas que corren por el parque. Que acaso nos encontraremos con un cofre mágico del que extraeremos un misterioso poder para conquistar a esa vecina que vemos pasar todos los días y que nos aterra. Aunque, seamos honestos, es más probable chocar con alguien que viene en sentido contrario.
Para eso está el cine. Allí en esas historias hermosas estalla el núcleo de sentimientos. Lo que aparece después de los créditos puede parecernos cotidiano, por eso no se muestra. Si algo nos ha enseñado el cine es a atesorar fragmentos de tiempo, de momentos y emociones. Momentos específicos de evolución de un protagonista. Oportunidades que parecen problemas y que en realidad quieren despertar como historias.
¿Qué sucede después de la batalla? ¿Allí termina el viaje? ¿Después de rescatar a la princesa y casarse con ella viene algo emocionante? El cine (en algunas instancias) puede ser encapsulado y no refleja lo que viene después, porque nos parece aburrido, ya todos lo conocemos. Guisar unos huevos en casa después de haber regresado de un viaje marítimo puede parecernos irreal. Convivir día a día con la princesa que rescatamos la transforma en una mujer que puede volverse intolerable.
Más allá del cine está la realidad inevitable, el regreso a las rutinas. O bien, una historia que deberá ser contada más adelante, justo cuando una persona está a punto de cruzar un portal mágico donde su vida promete ser mejor.
El cine nos dice que tenemos momentos en la vida que bien valdría la pena filmar. Lo que no sabemos es que a la hora de mirar en la esquina de nuestra casa vemos una mosca que todo lo graba y que quizá estemos metidos en un "reality show" experimental de otras galaxias. Y que siempre sí es cierto que después del clímax viene algo más o menos aburrido, luego otra película y de nuevo la rutina. Hacemos cine porque somos cine. Es sólo que a veces no encontramos cámara y la película que estamos viviendo tiene que ser contada a través de otros personajes. Si tan sólo alguien nos pusiera una música de fondo...
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