Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

sábado, 22 de marzo de 2014

Luna fértil.

La luna está embarazada. De cientos de cometas que la han golpeado alguno ha dejado su rastro. Ha de hincharse lentamente hasta que le bese la atmósfera al cielo que tanto nos anima en su azulidad.

Cuando se llegue el momento oportuno de parir, se alzarán los mares, levantará el viento, arreciará la lluvia y los maremotos volcarán sobre la tierra seca. Se romperá la fuente y el polvo gris caerá.

De su núcleo emergerá un asteroide fino, hecho de la misma materia que los diamantes más codiciados. La orbitará durante mucho tiempo, siguiéndola como madre celeste. Beberá sol cuando pueda y alguna que otra nebulosa de postre.

Cuando sus nocturnos berrinches de malhumorado crío hagan temblar las capas tectónicas, la luna levantará un poco de mar para confortarlo. Caerá un marino. Naufragará un capitán. Navíos de juguete. Todo para complacer al niño asteroide.

Y al final, la gorda luna adelgazará hasta ocultarse. Procreará más hijos luego, que cien no bastan. Mil no bastan.

Y aún me pregunto: ¿quién es el padre?

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