La sinrazón no es lo mismo que la locura.
En la primera, uno se queda absorto, mirando el cielo, las nubes, respirando, casi meditando y dejando que todo flote. Hasta quedarse dormidos y perdidos en el espacio.
En la segunda, sobreviene un impulso hermoso de hacer pedazos los paradigmas que nos armaron cuando éramos pequeños.
Es más, te conviene primero hacer locura y luego entrar en sinrazón.
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