Todos hablan de una no sé qué desconocida, mística, pronunciable con dificultad. Para aprenderla, hay que mover la no sé qué en otras direcciones, formas e imitar a los que ya la saben.
No basta con sacar y mostrar la no sé qué. Hay que ejercitarla. Ya de menos, de no sé qué comerse un taco.
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