Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

viernes, 7 de marzo de 2014

Tarde.

Un hombre demasiado impuntual. Era. Es. No sé.

Tanto retraso, siempre, que la muerte tuvo que esperarlo. Así vivió años de más, tardíos, llegaba tarde a los accidentes y no le pasaba nada. Tarde a todas horas. Su máximo logro: dos años tarde. Perdió citas, dejó escapar oportunidades, no salvó las vidas que debía cuando se inscribió al cuerpo de bomberos.

Pronto la vida se cansó de esperarlo. Como la muerte tampoco quería aguardar por él, entonces cayó en el limbo: un infinito azul, largo y eterno. Se le había pasado el juicio también. Allí nadie espera a nadie. Nadie se impacienta ni lo carcome la ansiedad por la espera.

Hasta que entonces se cansó de sí mismo, de tolerarse siempre sus retrasos. Y quiso olvidarse de él para siempre, pero se tardó y cayó en un colapso nervioso que demoró días en consumirlo casi por completo.

De no ser por los paramédicos que llegaron a tiempo para salvarlo, hubiera sido demasiado tarde.

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