Si de leer sólo se tratara, las palabras llenan de buena dicción los ojos de cualquiera.
Si de usar la voz se trata, una oración neutral puede estropearse por completo o iluminarse ante los oídos de todo mundo.
Si de leer se encuentra uno mañas, no hay peor tal que atragantarse con los signos de puntuación y eructar faltas de ortografía.
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