Ahora recuerdo todo.
Sí, Pandora abrió una caja y todos los males salieron de ella para llenar el mundo.
Un día Pandora llenó una caja de luciérnagas. Allí las tenía para iluminar los corazones de los habitantes. En sus pechos se guardaba la luz que la diosa, en compensación, quería tener encendida.
Sin un gran sello que las contuviera, eventualmente todas las luciérnagas escaparon, dejando a muchos habitantes en la oscuridad. Ese día, tras asomarse en la primera caja, Elpis, el espíritu de la esperanza, tímido y noble escapó a toda velocidad.
La diosa comenzó a escurrirse en una tristeza del tamaño del agua de la Tierra. Lloraban los banshees, salieron los maremotos, perecieron algunos navíos y la noche parecía eterna. Así transcurrieron varios años. Y en cada día, Pandora moría un poco.
Cuando estaba a punto de sumirse en el camino de una depresión sin retorno, hacia el camino de la muerte, Elpis regresó con la última luciérnaga entre sus manos, depositándola en el corazón de la diosa. Así había ido a buscarla.
Sólo entonces, saben los dioses que una luciérnaga brilla tanto que las estrellas de la bóveda celeste tuvieron que aumentar su propio brillo para no verse desplazadas.
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