Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

jueves, 27 de agosto de 2015

De cielos e infiernos...

El cielo permanece alrededor, mientras que el infierno en el interior. Vaya a acostumbrarse al cielo constante, de azul a negro, hasta que le entren las ganas de excavar un poco para acariciar algunas flamas de las que reposan como combustible del planeta.

Hay que notar que infiernos hay muchos. Tantos como planetas cálidos existan. Así figura el corazón de los hombres y las mujeres. Por dentro la lava mantiene el exterior en funcionamiento y más allá de la piel está el cielo. La sangre está tibia porque reside en el intermedio: ese punto exacto en el que el amor quiere instalar casa en la piel de otra persona. Note además, que no siempre hay exactitud. Por eso estamos llenos de desgracias amorosas, porque hay cielos con infierno y viceversa.

Lo que es más: dos cielos para los ingenuos y dos infiernos para los hipócritas.

Tal parece que el único lugar seguro en el amor es el purgatorio. Allí no pasa nada, no hay noticias. Los amantes continúan como si nada y se las gastan con besos y caricias íntimas.

Cuide usted de su purgatorio. Si va mucho al cielo, la contraparte buscará el infierno. Si arde demasiado, el opuesto querrá el cielo. Retrase los trámites del desamor tanto como pueda, para que esté en un purgatorio feliz, rindiendo cuenta de los pecados entre piel y piel, entre labio y labio. Entre dos que lo único que quieren es un momento a solas para arrastrarse juntos un poco entre los dos bandos.


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