Vamos, amigo, no decaiga. Así es esto. Un día usted está en la cima del mundo para alguien más y después se abre el escenario donde hay otra montaña más alta. No hay que tomarse tan en serio a ese bribonzuelo. Es algo escurridizo y le gusta jugar. Ese es el detalle. No lo persiga jamás porque más se le va a esconder. Es curioso, un día se mete en la bolsa de su chaqueta y se queda a vivir durante unos años (paga renta durante unos años). Es un duendecillo al que le gusta la novedad de las cosas, por eso hay que mantenerlo cautivado con todas las artimañas que pueda.
Seguramente hoy se despertó y no lo encontró y se había encariñado con él. No no no, nada de maldecirlo. Así como llegó también se puede ir. ¿Acaso cree que es suyo? Si más bien, como los gatos, usted era de su pertenencia durante un rato. Ahora cree usted que lo extraña, pero si cuando lo tuvo no jugó con él. Ni hablar.
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