— Debes estudiar a tu personaje, sentirte un rato él. Como en casa, allí tranquilamente, ¿qué hace tu personaje? ¿Cómo se siente?
La chica con la que trabajaba no le hablaba, ni en la función ni en los vestidores. Todos intentaban meterse en sus personajes y para cuando terminaba la función ella ya estaba hablando con alguien más.
El director había dicho que eso de no dejar nunca el personaje entre telones era para dar mayor dinámica a la obra. Todo fluía más rápido. No había mucho que acomodar ni tantos cambios que hacer.
El día de la función más importante él se desmoronó. Arrojó todo por la borda, sus horas de preparación, sus estudios, su personaje. Todo se fue a la basura. Tras desmoronarse, se levantó libre de su disfraz, harto de ser pisoteado durante 2 horas. Los espectadores, atónitos, sólo escucharon una frase fuera de libreto:
"¡Ya no soporto ser un maldito puente de utilería!"
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