Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

domingo, 2 de octubre de 2016

La lengua como manjar.

Cuando la lengua se vuelve mentirosa no sólo se puede comer en tacos. También se puede meter entre dos panes y ponerle jamón y queso. Lo malo de comerse una lengua de mentiras es que el estómago lo sabrá y tendrá algunas náuseas posteriormente. Todos sabemos que las mentiras provocan mareos.

No obstante, una lengua bien preparada puede dar mucho placer. Se puede conseguir una buena lengua, de esas que hablan varios idiomas, de esas que son cultas, y ponerla a cocer con algunas especias literarias. Si usted nota que por la punta de la lengua salen algunos signos de puntuación, también puede coserla. Lenguas de verdad hay pocas, y la verdad es que esas lenguas saben mucho mejor con guarniciones.

Una vez que esté lista la lengua, podrá disfrutarla también con la suya y cuando haga digestión notará cómo poco a poco se le enriquece el vocabulario. Podrá desenrollarla mejor y hacer como un camaleón que habla varios idiomas.

Eso de que aparecen pelos ajenos en alguna lengua es totalmente falos falso. Lo que pasa es que algunas lenguas tienden a desarrollar cabello y la causa puede ser variada: primero porque se ha metido en lugares donde no debía, segundo porque hemos acicalado a nuestros gatos y tercero por genética.

Si usted nota que la lengua es muy pesada puede aderezarla con algunos refranes. Si es demasiado ligera puede echar en la cacerola un tomo de enciclopedia para sazonarla.

Eso sí, cuide usted de comer muchas lenguas pero nunca se deje comer la suya, porque entre más coma más se enriquecerá. No la pierda por algún descuido.

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