Mira musa, que te hablo y no vienes. No acudes al llamado. Te guardas la inspiración en una botellita de cristal y no me has dejado reservas. Te embriagas sola en el mar y allá te quedas. Desdichada alma escritora mía, que en pos de recibir una migaja de inspiración divina, se humilla escribiéndote. Mira musa, que se pierde el correo, se confabulan gracias y desgracias, así no sé ni dónde deambulas.
Cuánto estarás acariciando los hilos del mar, tejiendo sueños para marineros, burlando romances y atando locuras, enredando corduras y perdiéndote entre la negrura del cielo. ¿A dónde te habrás llevado la caja de Pandora? Paseándola y ocultándola en un bosque tropical. Te disfrazas el nombre y cualquier rastro mortal para que no se formen los poemas ni se cultiven las flores: tesoro de inspiraciones.
Has dejado hechizo en los elementos, en la natura. Necia, te dan amor y te tomas romance con holgura. No compartes nada, ni fuego ni danza, tampoco magias. Malditos poetas que en vano te buscan, pues donde creen hallarte sólo ven siluetas y energías fantasmales. ¿Qué tesoro escondes bajo el nombre de tus creadores? Harta musa, que te llamo y me ignoras.
Mira musa, no son simples conjeturas. Tú ya has desaparecido antes y te esfumas ahora. No dejaste aviso ni canto, ni sueño ni tinta, sólo una nostálgica amargura. En vano es preguntar al árbol, porque no revela palabra. Y así has dejado dicho con rocas, ríos, nubes y toda clase de textura. ¿Cuántos días de vacaciones te otorgas? Debiste al menos, acordarte, dejar sobre la mesa unas gotas de bella y hermosa como tú: literatura.
No culpes al pintor que no te mira, ni al arquitecto de tus fantasías. Condenas a poco, al escritor a buscarte. Ya he revisado trescientas miradas, catorce sonrisas y dos besos. Por allí no te has detenido en demasía. ¿Cuánto tiempo menester sería concederte antes de celarte? Si no con el hada del viento, tal vez con ella de las largas travesías? Mira musa, que tentado estoy, así sin remedio provoco llamarte.
Así la pluma recoges y te pones a pinchar más agujeros en la bóveda, que confundes a los astros. Ni pista dejas en los cielos, ni huellas en la arena, sólo queda que el mensaje navegue en su botella a ver si de considerar tentaciones, regresas. Y ya de vuelta, explicar con un poema que era necesidad de compañía tuya, nunca jamás regañarte.
"Mira musa, no son simples conjeturas. Tú ya has desaparecido antes y te esfumas ahora. No dejaste aviso ni canto, ni sueño ni tinta, sólo una nostálgica amargura. En vano es preguntar al árbol, porque no revela palabra. Y así has dejado dicho con rocas, ríos, nubes y toda clase de textura. ¿Cuántos días de vacaciones te otorgas? Debiste al menos, acordarte, dejar sobre la mesa unas gotas de bella y hermosa como tú: literatura."
ResponderEliminarLigero, ágil, armonioso. Un concierto con voz clara y entonada para llamar a aquélla que se oculta o se olvida, a la musa amada y desmemoriada que sin más nos abandona en el momento menos deseado y oportuno.
Todo me ha encantado, Paco, pero ese párrafo que me he traído, me parece de una elocuencia y belleza muy especiales.
Gracias por escribirlo.
Un beso y un abrazo