- Roldán de Ridere.
Primero hay que tener en cuenta qué tipo de poema se desea construir. De este modo se tendrá preparado el lugar donde habitará. Los poemas sin hogar son rescatados por muchos artistas, los adoptan y no regresan nunca. Por ello es bueno cerciorarse de que se le ha designado un espacio armónico.
A menos claro, que esté uno pensando en regalar el poema, para lo cual se deberá preparar el empaque, la dirección y el motivo (este es de vital importancia) dos días después de que se ha terminado de construir.
En ambos casos, sépase que un poema crece rápidamente una vez que se le ha dado cuerda. Si llegara a descontrolarse y crecer desproporcionalmente, podría tener graves consecuencias para el dueño, pues cuando intenta cortarlo de tajo pierde el sentido (el poema). Sin embargo, podría resultar también que se volviese una belleza y decore la casa el resto de los días. Lo ideal es pensar nuevamente en la razón de su existencia, para que adopte un tamaño de acuerdo a las necesidades y no estorbe posteriormente.
Se comienza primero limpiando la mesa donde se prepara. Se tiran todas aquellas palabras técnicas que inflen por demás al poema. Hay que desechar principalmente esas palabras de todos los días, esas que abundan en el transporte público, en el congestionamiento de tránsito, en las compraventas y las que flotan por allí entre las masas.
Es conveniente rescatar los absurdos de algunos niños, las canciones que se inventan y tener a la mano una bolsita actualizada de metáforas. También sirven los saquitos de figuras retóricas de hace muchos años, siempre y cuando se hayan conservado en lugar fresco y seco.
Por último, debe uno poner enfrente un collage de fotografías del mundo y de muchas situaciones desconocidas. Si ya se ha pensado en el modelo, se elegirán dibujos del tema que llevará el poema en el rostro (flores, por ejemplo).
No es necesario tener un recipiente con sustantivos, pues con lo volátiles que son, es mejor cerrar los ojos y esperar a que aparezcan algunos en la mesa como por arte de magia. Si no se tiene credibilidad en ese tipo de hechizos, la segunda opción es pedir a un buen libro que nos haga regalo de algunas docenas.
Una vez que está todo dispuesto se toman unos sustantivos y se cosen delicadamente con una metáfora selecta. Es muy importante no dejar abierto el saco de esos recursos porque se pueden contaminar de ego y el poema se infla demasiado. Ha pasado que cuando se hornea, termina hecho un desastre y todo está sucio de arrogancia. Usar de preferencia unas pinzas para sellar la bolsa. Si se es principiante, es mejor no usar metáforas del todo y sustituirlas con los absurdos infantiles que rescatamos antes.
Se continúa el proceso de cosido, hasta que tengamos buena ración generosa de palabras enganchadas. Luego se colocan en la charola limpia y se meten al horno a una temperatura ambiente. Hay que esperar varios minutos a que madure y luego se saca del molde y se rompe (el molde) para que no caiga en malas manos. Se revisa cuidadosamente y si existen errores se le pasa por encima una edición desechable.
Las más de las veces, como siempre ocurre, el poema buscará una salida inmediata del hogar. Es muy importante no obstruir su escape, pues mantenerlo a la fuerza sólo provocará su destrucción, putrefacción o amargura.
Si por el contrario, se ha logrado estabilizar y aun con las ventanas abiertas no se va, se ha conseguido un perfecto poema para convivir en el hogar. Una vez que está tranquilo, se toma al poema por las estrofas y se colocan en el sitio que le designamos, verso por verso e incluso palabra por palabra, cuidadosamente, evitando desarmarlo accidentalmente.
Allí se deja reposar durante varias horas, sin molestarlo.
Después se procede a lo siguiente, según sea el caso:
Si se ideó con el propósito de regalarlo, se envuelve perfectamente, se le rocía con un motivo principal y se envía sin más preámbulos.
Si ha sido diseñado para quedarse en casa, se le regalan de dos a tres declamaciones (pueden ser en voz baja) al día para mantenerlo sano.
Advertencia final: está terminantemente prohibido, por seguridad propia y ajena, clonar la misma receta. Cada poema es único. Repetir al pie de la letra la misma receta puede ser muy perjudicial para la salud, con severos daños de locura redactora, metaforitis, pérdida de la identidad y desimaginación crónica aguda.
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