Lloverá, parece. El cielo negro truena y amenaza con desplomarse bajo cualquier circunstancia. Poco a poco más nubes se recargan unas con otras hasta que todo queda oscuro.
Lloverá. Los ojos amenazan con inundarse bajo cualquier circunstancia. Caen las primeras gotas y después es incontrolable el sollozo. Finalmente llueve. Todas ruedan por las mejillas y se estrellan contra la tierra húmeda.
Llueve y un único cuerpo se moja.
Llueve en el cielo de las pupilas y entre las nubes negras de su ceguera. Los ojos nublados: cataratas, camufladas por el agua ácida de una ciudad fría.
Llueve y ya me dieron ganas de escribir la lluvia. Muy buena aportación la suya amigo, me puso en el mood, en la tinta a punto, en el pulso calibrado de la tormenta expresa.
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