Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

domingo, 24 de julio de 2016

Cambiar el paradigma.

Qué grave error del habitante de un lugar creer que todo el mundo es como su mundo habitual. Aquí lo más peligroso es que el sujeto en cuestión no desea salirse del camino de siempre y comienza a arrojar por la borda unas quejas en forma de manchas que se van pegando sobre la acera. Estas manchas se pegan en las suelas de todos y pronto se acarrean como un virus que mantiene a todos en un mundo cerrado.

Esto no ocurrió con el capitán Chuck. Lo que él arrojaba por la borda eran calamares y pulpos que constantemente eran arrojados por las olas sobre cubierta. De vez en vez aparecía un pingüino perdido, mismo que salía disparado cuando el capitán Chuck lo metía en un inofensivo cañón de su barco.

Pero volvamos al pulpo, que era lo realmente importante en esta historia. La primera vez que subió al barco lo hizo usando sus ventosas. Se ayudó con la tormenta y se deslizó hasta la cabina porque estaba realmente interesado en ver la bitácora del capitán Chuck. Haciendo uso de su inteligencia, trepó hasta el timón y lo hizo girar tan rápido que golpeó al capitán, dejándolo noqueado mientras el barco daba un giro constante. Una vez estable, el pulpo comenzó a revisar las bitácoras.

La conquista de los pulpos pronto tendría lugar. Ahora debía dirigirse el barco hasta el punto donde ocurriría el motín. Todos estaban dispuestos, flotando cerca...

Lo que nadie sabía es que en realidad el pingüino estaba detrás de todo esto.

Favor de continuar la historia como más le plazca.

viernes, 22 de julio de 2016

Deconstrucción.

Si to do fu er at an fá ci ld ee sc ri bi rq ue de ca nt ar.

Sito dofu erat anfá cildee scri birque decan tar.

jueves, 21 de julio de 2016

Ojos.

A los ojos hay que llenarlos con visiones nuevas.

Con esas montañas vírgenes o con bosques, con millas hacia el horizonte.

Con senderos hacia puertas desconocidas.

Con tejados donde se encuentran los gatos por la noche.

Con lunas de todo el mundo, aunque siempre sea la misma.

Con ríos y pastos, tierra y nubes que empequeñecen con la distancia.

Con calles poco recorridas y flores de ventanas.

Con laberintos de ciudades en los cerros.

Con historias de pueblos y costumbres que parece que estamos en la escuela de nuevo.

Con el reflejo de los mismos, a través de un río del otro lado del mundo.

martes, 19 de julio de 2016

Tren.

A la literatura le gusta ser jugada. Bueno, depende del tamaño del monstruo del que hablemos. Hay literatura para narrarse y literatura experimental: poesías y juegos lingüísticos. Pero le gusta ser jugada. Al pintor se le da un pincel y no sólo construye, también deforma, borra, cambia, mutila, pega y retuerce. Así las letras. Sólo hay una regla que dice que todo debe ser legible y un tanto inteligible.

Veamos este tren:

Aaaaa-Fffff-Ddddd-Hhhh-Zzzz.

Simpático, pero no nos dice nada.

Veamos uno mejor:

Audacias-Fonéticas-Dicotomías-Historias-Zambullidas.

Y ¿si el tren chocara?

Acisuds--Fonmce-cCEjfISH ek kfs....

Es normal que la literatura experimental también sea destruida. Lo bueno es que no había ningún lector adentro. O, ¿acaso le duele algo?

lunes, 18 de julio de 2016

Estatuas.

Ellos fueron representando todas las posturas de los amantes. Primero se tomaron de las manos. Luego se abrazaron. Después se quedaron congelados en un beso. Le dieron un nombre secreto al amor cuando sus cuerpos se unieron.

Y después se quedaron deseando tener otra extensión de la vida, poder moverse. La sucesión de estatuas deseaba otro final. Faltaba una escultura: la danza. Imposible. Una danza no es estática. Es sólo un fragmento del tejido grande.

Por ello fueron colocados en una rueda que giraba lentamente.

domingo, 17 de julio de 2016

Cocina.

Otra vez he atrapado a la muerte revisando el refrigerador. Es curiosa porque no entiende cómo es que nosotros lo hacemos tan seguido sólo para ver si ha aparecido comida nueva como por arte de magia. Lo malo de que ella lo haga es que todo se muere por dentro. Se lo lleva. El queso no sabe más a queso ni el jamón a jamón. Además corta el apetito de los que se le crucen cerca. La muerte cree que va a aparecer algo con vida en el interior.

Finalmente termino cortando el suministro de energía eléctrica y la muerte cree que también la luz ha muerto. Como no queda nada que llevarse, se le pasa y regresa a deambular por ahí.

A la mañana siguiente se lee en un periódico que el cocinero del restaurante de enfrente ha amanecido muerto por un paro cardíaco y todo por abrir el refrigerador y hallar la muerte adentro, matando la comida enlatada.

viernes, 15 de julio de 2016

Ser del mundo.

No se puede ser nacionalista de a pecho cuando ya se ha explorado el mundo. Darle la vuelta no sólo nos enseña a vaciar las copas de lo preconcebido, sino que nos convierte en seres de mundo. Entonces se es nacionalista con el fin de compartir, mas no de intimidar. Viktoria Lébedev Diermissen Kyeong Castellanos es un caso perfecto: hija de padre ruso y madre mexicana. Su abuelo paterno, que es alemán, se casó con una rusa. Su abuela materna, que es coreana, se casó con un mexicano. Ella revisó su árbol genealógico para adoptar todos los apellidos.

Viktoria partió de Rusia para visitar Alemania. De allí se fue a vivir unos años a Corea del Sur y luego fue hacia México. Y se enamoró de todos los países con algo: su arquitectura, su comida, su música, sus días festivos, sus costumbres. Luego comenzó a mezclar un poco las culturas en su propia casa. Tenía una repisa llena de recuerdos de sus viajes: algunas mamushkas de diversos tamaños, jarras de cerveza hechas a mano, pequeños Hanboks de muñecas coreanas y botellas de tequila.

Actualmente en Italia, Viktoria sigue aumentando su colección y ya ha conocido el mundo por todas partes. Sólo le queda irse al polo porque desea comprobar si el frío del que hablan es verdad o si es cierto eso de que se vive seis meses de día y seis de noche.

Es tan multicultural que lo único que falta por decidir es con quién se va a casar, pues en todos los hombres que ha visto encuentra muchas virtudes y defectos. Si tan sólo pudiera armar su propio esposo sería perfecto. Al final ha llegado a la conclusión de que no pertenece a ninguna parte y a todas a la vez.

No es casualidad que después de tantos años ahora esté casada con un Jupiteriano. En esta época en la que se hizo contacto con otra civilización humana en aquel planeta esto resulta muy fácil. Sólo le queda una duda: dentro de Júpiter, ¿acaso él será multicultural entre los distintos sectores?

jueves, 14 de julio de 2016

Encontrarte.

Para encontrarte, hombre del espejo, no voy a buscarte donde ya has estado. Allá en tu rutina de siempre con tus caminos de siempre. Allí en tu misma expresión poblada de cicatrices, con ríos marcados sobre las montañas mejillosas. Allí en tus ventanas donde sale humo gastado del motor de la ciudad donde normalmente habitas. Tampoco en tu huevo de sueños rotos e ideas olvidadas. Allí no has de estar.

Para hallarte voy a buscarte en un espejo del otro lado del mundo, donde seguramente estarás maravillándote, cumpliendo tus autoprofecías, donde los sueños te habitan a ti, donde los ríos han lavado tu rostro para que nuevos ríos te formen a lo largo de tu mirada serena. Entonces te conquistaré de tal modo que seas tú el que me conquiste a mí, dejándome invadir por tus sueños, consumirme en tus creaciones y elevándome sobre tu reflejo.

Cuando ese momento llegue, volverás a cambiar de espejo y deberé perseguirte hasta el final del mundo.

miércoles, 6 de julio de 2016

Otro rumor.

Hay otro rumor en la última página de un libro que asegura que todos los personajes que se escriban en libros nuevos, tarde o temprano van a crearse en la realidad. Los reconocerás por algunas frases de las páginas de los libros de donde han salido. Lo único malo es que por cada personaje que sale, un habitante del planeta entra a las páginas.

martes, 5 de julio de 2016

Noticias sobre poesía.

Según los expertos, el tren de la poesía llegará retrasado debido a falta de rimas. En el humo se pueden ver algunos versos desencadenados y en la cabina se puede admirar el fuego donde se cocinan los corazones de algunos poetas. Se recomienda esperar a que bajen los poemas antes de subir para tomar recorrido.

Prohibido abordar con prosas entre las manos, en los bolsillos o bajo las orejas.

lunes, 4 de julio de 2016

Rumor.

Hay un rumor que dice que si escuchas el verdadero nombre del representante de la muerte, morirás unos minutos para volver después a la vida. Además, tienes garantizado un viaje en motocicleta de fuego.

domingo, 3 de julio de 2016

Libro IA.

Antes era la piedra y el cincel. Luego los papiros. Llegó la tinta. Las hojas, la imprenta y las plumas aparecieron para poder dejar algo hasta el fin de los tiempos. Ahora los libros viven en la nube de información digital. Personalmente prefiero los libros de mano, porque tienen un apego como pocas cosas. Eso creí hasta que tuve entre mis manos un libro IA.

Normalmente, en un libro de papel, para consultar alguna página me basta memorizarla y recorrer con los dedos las hojas hasta dar con ella. Tengo la costumbre de poner pegatinas en los bordes para saber que allí está una de mis citas favoritas. Esa de la página 333 donde vive la señorita que se hace llamar Venus. En esa página siempre la pillo haciendo lo mismo: asomada por el balcón de su casa espacial mirando todos los demás planetas. Había sido bautizada así porque Venus era su favorito, aunque ella viva en Saturno. Entonces daba la media vuelta y me miraba extasiada con algo entre las manos.

Fue ella quien me entregó un libro IA. Imaginación Aterrizada. La primera vez que lo tomé entre mis manos no comprendí lo que era. Tengo el buen hábito de oler las páginas de mis libros de papel y ella me había entregado una barra de metal con una ventana que contenía luces de colores. Siguiendo las instrucciones de Venus, coloqué la pequeña barra sobre mi frente y el dispositivo ajustó a mi cabeza como una diadema, extendiendo más partes sobre mí. Entonces descendieron unas gafas y pude contemplar que el mundo se borraba para cambiar los escenarios. Aparecieron montañas y bosques y se dibujó un paisaje completo con un lago. Lo último fue una cabaña. Todavía sentí cómo por mis espaldas me sostenía Venus mientras me recostaba sobre un sofá allá afuera en la realidad.

Después de unos minutos podía moverme libremente. Estando consciente de que mi cuerpo estaba sobre el sofá, resultó muy extraño poder mover el mismo cuerpo por el paisaje dentro del libro. Pronto salió un personaje de la cabaña a darme la bienvenida.

— Veo que ha llegado desde muy lejos. ¿No gusta un pan?

Antes de que pudiese responder, apareció delante de mí una oración: "Preferiría un chocolate caliente primero". Las letras flotaban allí mismo, pero el personaje parecía no verlas.

"Claro que quiero un pan", contesté. El personaje quedó inerte, sin moverse. La frase seguía flotando. Me moví alrededor del personaje para verlo desde todos sus ángulos y todo era muy real. Su sombrero, su ropa, sus zapatos, su respiración. Era un leñador con barba grande y poblada que casi juraría que podría esconder una hacha pequeña allí. Después de observarlo hice caso a la frase:

— Preferiría un chocolate caliente primero —dije, y al instante se esfumó la frase que flotaba y el leñador se movió. Sonrió.
— Eso pensé. En este lugar da mucha sed por el frío. Vamos amigo, acompáñeme —continuó.

Lo seguí hasta la cabaña y el leñador se quedó estático ante la puerta, mientras otra frase aparecía flotando. Decidí leer exactamente todo como se me presentaba.

— Aquí hay buena pesca, ¿verdad? — dije. Entonces, letras de otro color aparecieron, como instrucciones.

Favor de mirar el lago y suspirar.

Tras ejecutar dichas acciones, el leñador abrió la puerta, como si todo tuviera una continuidad preescrita pero con la libertad de explorar el mundo del libro de imaginación aterrizada entre frases.

En el interior de la cabaña pude sentir el calor del fuego. Al momento se leía flotando entre nosotros:

Acercar las manos al fuego y bostezar.

Me quedé atascado varios minutos en esa línea, pues estiraba las manos pero mis bostezos fingidos no engañaban al libro ni al leñador. Ya por fin cuando sentí que venía un bostezo genuino, estiré las manos y la historia continuó. Cuando el leñador me sirvió el chocolate caliente, lo puse en la mesa y la historia se detuvo de nuevo.

Tirar con el brazo la taza al suelo y romperla, como si pareciera un accidente.

Como lo había hecho al principio con la mano, ocurrió el primer trastorno de tiempo. Algo que yo llamaría: "retroceder la página". Efectivamente la arrojé al suelo y la taza se rompió. Después todo oscureció y se reestructuró la realidad, en la parte donde yo bostezaba. Algo había hecho mal, porque retrocedí varias veces en el libro IA. Hasta que por fin, moviendo el brazo mientras veía al leñador para provocar el supuesto accidente, continuó nuestro diálogo.

— ¡Vaya torpeza amigo! Ya no queda más chocolate —propuso el personaje.

La siguiente línea aparecía:

"Yo lo limpiaré, estoy algo nervioso con este frío".

Decidí ignorarla y ponerme de pie, frente al leñador que sólo respiraba y por momentos parecía una figura de cera al lado del fuego.

— ¿Cómo es que funcionas? — le dije, pero parecía que simplemente estaba fuera de sí. Incluso lo toqué y sentí el calor de su frente con el dorso de mi mano.

Comencé a explorar la cabaña mientra el tiempo estaba congelado. Incluso caminé hasta el lago que permanecía quieto. Afuera algunos elementos funcionaban, porque no estaban encadenados a la trama principal. Pude sentir el viento y refrescar mi cara con agua.

Allí sentado a la orilla del lago apareció de nuevo la misma frase y una cuenta regresiva de 30 segundos. Una vez agotado el tiempo, aparecí al principio de la historia, donde se dibujaba todo de nuevo: los árboles, el lago, la cabaña y el leñador que salía de ella para darme la bienvenida. Estaba comenzando el libro de nuevo.

— Veo que ha llegado desde muy lejos. ¿No gusta un pan?
— Preferiría un chocolate caliente primero —dije, y al instante se esfumó la frase que flotaba y el leñador se movió. Sonrió.
— Eso pensé. En este lugar da mucha sed por el frío. Vamos amigo, acompáñeme —continuó.

Todo sucedió de forma más natural. Hice caso a todas las líneas que aparecían flotando.

— Aquí hay buena pesca, ¿verdad? — dije. Luego miré el lago y suspiré.

Adentro de la cabaña todo ocurrió más rápido, puesto que me enganché con el libro y lo seguía tal cual aparecían las indicaciones. Tiré la taza y propuse que lo limpiaría.

Conforme el libro iba avanzando me di cuenta de que las frases duraban menos tiempo y se complicaba. Si no las decía exactamente como iban, el libro se reseteaba al principio. Las cuentas regresivas se hicieron diminutas. Apenas me sobraban 5 segundos para reaccionar y seguirle dando continuidad a la historia.

Después de frustrados intentos por sobrellevar el libro, pude llegar a una parte donde encontré un cofre lleno de monedas de oro. El leñador, creyendo que se las robaría, comenzó a perseguirme para asesinarme. En esa parte viví muchas emociones diversas, pues la historia no se congelaba porque no salían nuevas frases. Continué escondiéndome de él durante varias horas, pero siempre hallaba el modo de encontrarme. Todo apuntaba a que no encontraba yo la secuencia correcta. Era eso o morir. Morir no era la solución, pues tras sentir el roce del hacha en mi cuello el libro volvía al principio.

— Veo que ha llegado desde muy lejos. ¿No gusta un pan?

Allí revisé mi cuello y todo estaba en perfectas condiciones. Tal parecía que la muerte en realidad omitía las partes difíciles de dolor y sangre y lo demás. Miré al leñador con enojo y lo golpée en la cara repetidas veces, sentí sus pómulos y huesos. Mientras tanto, la frase que me correspondía seguía flotando y comenzaba la cuenta regresiva. De nada sirvió gritar que ya no quería repetir la historia desde el principio. Tuve que ejecutarla de nuevo, tras ignorar varias cuentas regresivas y acostarme a recuperar la compostura.

— Veo que ha llegado desde muy lejos. ¿No gusta un pan?
— Preferiría un chocolate caliente primero —dije, y al instante se esfumó la frase que flotaba y el leñador se movió. Sonrió. Decidí adueñarme de mi personaje para darle fin por fin al libro.

Todo fluyó de forma precisa, con gracia y belleza, hasta la parte donde comienza a perseguirme. Sólo que esta vez yo había encontrado un bote y el libro me felicitó con frases flotantes:

Excelente. Tomar el bote y remar hacia la libertad.

Lleno de júbilo comencé a remar y el leñador quedó atrás mientras yo iba hasta el otro lado del lago, atrás de unas montañas. Mientras remaba, frases fueron apareciendo por ahí.

¿Qué emociones te faltan? ¿Ya te has enojado? ¿Ya lloraste? ¿Ya te desesperaste?

Tras una hora de arduo esfuerzo físico, conseguí llegar a la otra orilla. Allí había una construcción con luces y materiales que daba el aspecto de ser una sonda espacial. De este lado de la orilla, atrás de las montañas, se vislumbraba el universo.

Sube por las escaleras y toma el primer ascensor.

Lo hice y al salir de nuevo me hallé ante una gran sala con un cristal que dejaba ver galaxias y planetas lejanos. Una frase apareció flotando:

Te falta el amor.

Al llegar a un balcón de la casa espacial, estaba otro personaje. Era una mujer con un traje de plata, asomada y mirando todos los demás planetas. Al llegar hasta ella se daba la media vuelta y me miraba extasiada con algo entre las manos.

Fue ella quien me entregó un libro de papel. Esto era muy extraño: leer dentro de un libro. Toda la historia estaba escrita, desde la llegada hasta la huída del leñador, pasando por emociones fuertes y además con notas de comentario hasta abajo. Todos los errores y regresiones del libro estaban marcadas allí. Leí alguna:

Página 56, el protagonista golpea al leñador en la cara antes de proseguir con su guión, se retuerce un poco y cae al suelo con un berrinche.

Leí más:

Página 143, el protagonista patea el cofre lleno de monedas de oro e intenta buscar un arma para matar al leñador. Vuelta al inicio.

Mis dedos se deslizaron rápidamente hasta el final, hacia la página 333.

El protagonista llega con Venus y recibe este ejemplar. Explora varias páginas mientras ella lo mira complacida. Se va hasta el final del libro...

Caí de rodillas, mientras el libro se autocompletaba aún. Después llega Venus y me abraza cálidamente mientras el libro se sigue llenando. En cierta parte se alcanza a leer que ella está por entregarle al protagonista un libro IA con una nueva historia y con 333 páginas.

sábado, 2 de julio de 2016

Celos marinos.

La mar es una celosa.

Cuando voy a cubierta a disfrutar del horizonte infinito presiento que todo se va en picada. Las olas comienzan a volverse inestables y rudas, el barco se zambulle un poco por la proa y cae agua salada entre los labios mientras el cielo se enfurece a kilómetros de distancia azul. Eso ocurre poco después de subir a contemplar la tranquilidad que se veía desde cabina.

Los nervios de las nubes estallan. La tormenta es como una cortina que se va corriendo desde el final del barco. Mojarse es un hábito del diario. No hay modo de meterse de nuevo, porque si el timón queda sin mando nos hundimos. Se oye que alguien repite capitán, capitán, ... itán. Entre la húmeda oscuridad se patina todo y resbalan las cuerdas. Todo se hace añicos muy pronto y parece que no volveremos a contar nada en puerto.

Algunas figuras humanas caen por el borde y los demás arrojan salvavidas. Sostengo la barandilla con los puños cerrados mientras cruza la ola. Entre una y otra se me conceden al menos tres segundos para respirar. En una distracción volteo y el brazo de la mar reclama mi cuerpo al vasto océano, como la amante que se engulle el cuerpo de su compañero sin parpadear.

Ahora cree que la amo desde el fondo, donde no hay luz ni corales. Y colecciona cuerpos porque no soporta la idea de que los marineros tengan amantes en las islas. Todo transcurre lentamente mientras la nariz se inunda y lo último que alcanzo a ver son los ojos de la mar, enloquecidos de celos por haber besado a tantas...