Otra vez he atrapado a la muerte revisando el refrigerador. Es curiosa porque no entiende cómo es que nosotros lo hacemos tan seguido sólo para ver si ha aparecido comida nueva como por arte de magia. Lo malo de que ella lo haga es que todo se muere por dentro. Se lo lleva. El queso no sabe más a queso ni el jamón a jamón. Además corta el apetito de los que se le crucen cerca. La muerte cree que va a aparecer algo con vida en el interior.
Finalmente termino cortando el suministro de energía eléctrica y la muerte cree que también la luz ha muerto. Como no queda nada que llevarse, se le pasa y regresa a deambular por ahí.
A la mañana siguiente se lee en un periódico que el cocinero del restaurante de enfrente ha amanecido muerto por un paro cardíaco y todo por abrir el refrigerador y hallar la muerte adentro, matando la comida enlatada.
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