A la literatura le gusta ser jugada. Bueno, depende del tamaño del monstruo del que hablemos. Hay literatura para narrarse y literatura experimental: poesías y juegos lingüísticos. Pero le gusta ser jugada. Al pintor se le da un pincel y no sólo construye, también deforma, borra, cambia, mutila, pega y retuerce. Así las letras. Sólo hay una regla que dice que todo debe ser legible y un tanto inteligible.
Veamos este tren:
Aaaaa-Fffff-Ddddd-Hhhh-Zzzz.
Simpático, pero no nos dice nada.
Veamos uno mejor:
Audacias-Fonéticas-Dicotomías-Historias-Zambullidas.
Y ¿si el tren chocara?
Acisuds--Fonmce-cCEjfISH ek kfs....
Es normal que la literatura experimental también sea destruida. Lo bueno es que no había ningún lector adentro. O, ¿acaso le duele algo?
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