Cada vez que un alma es incapaz de hablar, se incorpora a un instrumento musical y entonces llora en forma de melodías bien pronunciadas, ríe a escalas, grita a conciertos, canta como si fuera a morir ese día.
No hay otro lenguaje ni otra comprensión: sólo las notas fluyendo por el aliento del alma haciéndose pedazos, reconstituyéndose y creciendo hasta inundar sus propios espacios. Luego estalla.
Siempre envidie el lazo que une al músico con su instrumento. Tendré que conformarme con la pluma, o en tal caso, con el teclado.
ResponderEliminarO quizá podrías imprimir todo en un pergamino. Olerlo. Enmarcarlo y entregarlo como una carta misteriosa a algún amigo lejano.
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