Con el tiempo y las historias contadas en cientos y miles de épocas me he preguntado si el humanoide reúne múltiples cualidades de otros seres. “Inhumano” o “humano” son palabras que no pueden definirse sin hacer la comparación con los paradigmas correspondientes, pues todo humano tiene, en ocasiones, perfiles de bestia, pero no necesariamente al revés. Expresiones tales como “eso que ha hecho es inhumano”, significan por lo tanto que ha dejado de contener la simultaneidad de lo que le rodea para especificarse. Así, el inhumano podrá volverse cualquier cosa: fiera, espíritu, alma, animal, planta. Sin irnos a etimologías, desde esta posición, el humano no será sólo actos de bondad y altruismo, como tampoco será frialdades y comportamientos hostiles.
Es bestia porque en ataques de ira deja por un lado el raciocinio. Es ángel cuando procura a los cercanos y sombra cuando planea venganzas. Es planta cuando duerme con los ojos abiertos, soñando despierto. Es roca cuando ninguna palabra le puede penetrar en el sistema nervioso y es alma cuando descansa consciente en una cama. Es volátil. Es todo y nada. Se integra y desintegra todos los instantes que los segundos no dejan ver. Es tendencia a dios. Es multiplicación de ideas y proyección de pensamientos. Es trascendencia cuando realmente quiere.
Si es inhumano habrá que buscarle la parte que sobresale de todas las demás.
Humanoide: con forma o características similares a las del ser humano. Y sí, el humanoide no precisamente está vivo, aunque pueda moverse y mentirle al mundo.
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