Nos han engañado un poco, haciéndonos creer que un beso entre dos bocas es sólo una manifestación de cariño. Es, además, un inequívoco momento de transferencia de microscópicos fragmentos de personalidad, con lo que no debería de sorprerdernos si más adelante manifestamos, involuntariamente, gestos de la persona que besamos.
Y así nos vamos gran parte de la vida, instalando pequeños "propios" en los cuerpos, mentes y conciencias de otras personas, hasta que nos llega una personalidad que trae inscrito en el código: "no necesitas besar a nadie más". Allí echamos llave.
Otra cosa muy distinta en besar mejillas.
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