Nos cansamos. Mucho. Toleramos (en pasado) durante muchos años estar quietos allí, en nuestras habitaciones, dormidos como si los días no transcurrieran jamás.
Primero fuimos unos cuantos, luego aumentó el número y después descendió de nuevo. Ahora no sé cuántos seamos. No estoy seguro de quién nos despertó, pero sí sé para qué.
Fuimos libros y lo que debemos hacer ahora es reproducir nuestra historia, esa que con tanto ahínco defendimos en nuestras páginas, pero con dinamismo. Ya no necesitan leernos, porque ahora nos vivimos.
Y si escribimos estas cosas, es porque queremos seguir despertando a otros libros dormidos que todavía no se convierten en personas. Es, además, nuestra cuota. Creamos libros dormidos como forma de tributo para balancear todo si logramos despertar a otros.
Hoy, este texto será una idea que cabrá en un libro: dormido. Mañana, una vez completo, nacerá en forma de persona y traerá impresas las palabras. Sin saber cómo ni de dónde, comenzará a escribir, porque trae en la conciencia un encanto de olvido que le recuerda instante tras instante que antes se componía de tinta y no de sangre en venas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario