El escritor no sabía por qué la máquina se empeñaba en escupirle las páginas después de haber girado el rodillo. Él había tomado cursos de redacción, de gramática, de creación literaria y de composición. La máquina hacía un sonido agudo y arrojaba las hojas casi al bote de basura. Después de varios intentos, el aparato alcanzó a escribir por sí solo unas líneas que decían así:
"No eres tú, soy yo".
Luego rompieron y él anda ahora con una portátil de 2005. No es tan escandalosa pero si la deja mucho tiempo abandonada se duerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario