Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Fragmentos.

Dormir es un acto tan placentero que nadie sabe que en secreto todas las células y átomos que constituyen el cuerpo comienzan a rejuvenecer. Allí donde no había brazos comienzan a emular al dios externo, extendiendo el plasma para dejar ver unas manecitas gelatinosas que todo pretenden alcanzar. Ya van más allá de la fagocitosis, ahora estiran los brazos de plasma y alcanzan las partículas. Se adaptan. Renacen. Todo mientras el acto de dormir transcurre por entre los minutos de la noche.

En días anteriores perdiste fragmentos del alma, se rompieron por entre las nubes que miraste. Otros salieron con el agua de los ojos. Algún fuego cenizo quemó los nervios del espíritu, dejándote agotado, como si hubieras viajado millones de kilómetros por el espacio. Ah, basta el remedio siguiente para recuperar el alma perdida: dosis completa de ensoñación, a ojos cerrados y en fase de sueño profundo, una plataforma horizontal sobre la cual reposar el cuerpo y un ritual de no interrupción bajo ninguna circunstancia.

Cuando todo esté listo, los átomos que te constituyen estirarán los brazos más allá de la membrana corpórea y recuperarán, sin vacilar, los cristales del alma que dejaste ir en alguna que otra batalla amorosa. Por eso es que al despertar no cabe un cielo de felicidad en los pulmones.


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