Pronto todo el mundo se le vino abajo. Ya le había dicho que sus novelas dramáticas no le dejarían más que desolación y lágrimas amargas. Sólo que esta vez no era ninguna obrilla típica ni pan con lo mismo. Nadie dejó a nadie ni chocaron fronteras de distintas posiciones económicas.
Más bien era un libro contra un lector.
Era un libro de autodestrucción.
woow
ResponderEliminar