Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

jueves, 29 de septiembre de 2011

Dios urbano.

Cualquiera puede serlo, ¿cierto? El hecho de que la letra primera sea capital no implica más que el respeto por las reglas ortográficas. Así, entiéndase, no estamos hablando de la entidad superior o divinidad flotante que todo regula y controla. No. Estamos hablando de un sapiens potencial con poderes para dominar sobre los territorios andados. La primera diferencia entre un hombre urbano y un dios urbano es el modo de cambiar las técnicas de desplazamiento. Se han visto diferentes individuos que han evolucionado las básicas formas de poner un pie delante del otro en un verdadero arte corporal. No debería ser este conjunto de habilidades, sin embargo, inalcanzable para la mayoría de los transeúntes. No lo necesitan. ¿Dónde quedó el gusto por el juego del movimiento? En la danza, en las artes marciales, en el teatro y la fotografía que es expresión corporal por antonomasia.

Sí, los territorios públicos urbanos también son espacios confinados que a su vez confinan los comportamientos del dinámico factor social. Andar, se hace camino al andar, se mueve uno por entre las banquetas, otro trota en un parque, otros se estiran, un loco suelto por allí está brincando. ¿Qué regula la libertad de movimiento? No hay nada que impida a un inocente hombre que vuelve del trabajo a casa subir la escalinata de espaldas para darle variedad a su vida y un gancho en el hígado a la rutina. ¿Por qué sólo se puede ser dios urbano con otros dioses urbanos? Yoga, meditación, espacios acordes. Si nadie nos mira podemos volvernos locos. Si una multitud nos juzga tenemos que hacerles copia del “hago y digo”. Si estamos solos podemos penetrar en los arrebatos de pequeña felicidad por causa de un espontáneo movimiento al azar.

Véase en el saludo. Un apretón de manos, un beso, un abrazo, una clave de manos combinadas. El dios urbano crea y descompone, se aniquila como hombre común y se eleva a dominador de la selva de concreto. Dobla la gravedad, además de abrir caminos en tres dimensiones. Véase en un maratonista. Salta, trota, esquiva obstáculos. Es la diversión del desplazamiento que sólo gusta a los dioses urbanos. Los individuos mortales tienen suficiente con poner un pie delante del otro. Véase en el gimnasta. ¿Es transformación en dios y fusión con la naturaleza animal que nos arrastró con el tiempo? Imaginarse dios urbano es querer crear una ciudad para desplazarse únicamente con el cuerpo, sin ayuda alguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario