Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

viernes, 9 de septiembre de 2011

Pluma para escribir.

Mira Gafís, ¿ves el tintero húmedo? Es señal de que alguien ha escrito antes. No hace mucho esa pluma estaba en las manos de un artista, creando mundos nuevos y alimentando mentes, saciando las creatividades y explorando las hojas. La caligrafía exquisita demuestra la dedicación de quien la sostiene. Ha invertido un precioso tiempo de oro. Un tiempo dorado, un fino rehilete de expresiones escritas.

Siempre tiene que estar lleno, Gafís. No hace mucho estaba la pluma adosada a la silueta elegante de un ganso que flotaba sobre el espejo del jardín. El lago es la puerta de donde se salen los sueños, y quiero una porción de él en el tintero, para que el artista logre conquistar los corazones de los poetas.

No deberás remover la pluma con maldad, ni con alevosía. Más bien el ave digna te obsequiará el elemento de la fantasía. Si acaso sacudieses al pobre animal en tempestad para robarle la pluma, atrocidades se cometerán en la hoja, el tintero se derramará sobre tus ideas, asesinarás con prontitud el estilo. Si más bien has de hablar tranquilamente al ganso para que acuda a tu llamado, te pondrás a su altura, le acariciarás las alas y recogerás la primera pluma que desprenda en gratitud.

Si quieres conjurar a Leuksna en un cielo nocturno y despejado, bastará que mires por la ventana para ver si el ave nada cerca de la orilla. Has de cargar con una hoja en blanco y ponerte a escribir en la ribera. Allí Gafís, verás dos Leuksnas en los ojos del que brinda la herramienta del arte, en el pico imposibilitado para decirte las poesías del agua, en las membranas y contornos de sus patas que pisaron millares de terrenos.

Ámalo, consiéntelo y mímalo Gafís, porque por él hoy tenemos para escribir. Aliméntalo por las mañanas con el mismo esmero con que muerdes el bollo del desayuno, déjalo libre para que explore como la mente del artista en la hoja en blanco, permítete interpretar sus trazos en el agua, porque querrá decirte sus propios ensayos en las ondas que produce. Si huye de la noche refúgialo en tus brazos, porque luego tú en la noche te refugiarás bajo el lago.

Cuando bajes al jardín, quítate las sandalias y despójate de los prejuicios. Ándate descalzo por la pradera, Gafís, y verás por qué el donador de la herramienta con la que escribís, está dotado de fina complacencia. Pronto te acostumbrarás a sus horarios, a sus llamados, a sus quejidos y a sus historias tejidas en el agua. Pronto deslizarás la pluma como él lo hace sobre el espejo del jardín.

Pero algo sí te digo, fiel y leal Gafís, una noche de trascendencia no lo encontrarás, pues se habrá ido a nadar por cierto umbral. Espera presto y ya verás, en el tiempo la respuesta has de hallar. Queda quieto frente al agua y en la distancia divisarás a un cisne. No te muevas. No hables. No respires tan fuerte. Si el divino cielo y tu corazón te lo permite, del cisne la pluma te ha de llegar. Y con ella crearás una obra de arte sublime. Una obra de oro, de oro tejida, dorada escrita. El cisne llega cuando el ganso ha revelado a sus amistades que estás listo para ir más allá de la prosa en la poesía. De oro la pluma del cisne que el sol confeccionó al amanecer.

Ahora ve, leal aprendiz, y del ganso una obra escribe, con la pluma que el anochecer te ha confiado. Escribe, del ganso escribe Gafís.

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