Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Pluma en el bosque.

Mira Gafís, ¿ves la montaña alfombrada? Allí se mecieron los secretos en las copas verdes y allí nacieron los sueños de muchos poetas. Antes del lujo del verde tapiz se sembraron las ideas y poblóse la colina con semillas de intenciones. El bosque que cubre la cabeza del explorador artista enverdece las lágrimas del creador de melancolías. Ha invertido un tiempo de esmeralda. Un tiempo esmaltado, una pintura de juegos del corazón de pino, un espacio silencioso.

Tienes que ir solo, Gafís. Si te acompañan tus amistades ofenderás al bosque, harán bohemia la noche y cantarán letanías innecesarias. La hoguera no es buena estas noches, no es bienvenida. Para eso tienes el haz de luz de Leuksna. Ella te baña, te seduce, con eso basta. Tienes que ir solo sin más amigo que tus papiros y la pluma que escogiste, porque vas a consagrarte en una poesía que al bosque deslumbre. Silencio, amigo. Paz en tus pasos y atento la tarde que vea caer el manto nocturno, porque un bosque nuevo es digno de respeto. Nada de música de liras ni danzas ni romanceros. Eso has de posponerlo para tu segunda o tercera vuelta, cuando se te impregne la frescura de la hierba y el musgo de los pinos. Tienes que ir solo, Gafís.

No debes correr con miedo, ni con valentía, mucho menos con gitanerías o bravuras falsas. Sé tú mismo como con nadie has sido, pero no vayas completamente desnudo. ¿Entiendes lo que digo? Ni tan grande que oprimas la llanura ni tan pequeño que huyas despavorido. Carga con humildad tus herramientas, como quien navega con pluma de tonto para que sorprendas la noche verde con magistrales proverbios y oraciones de ensueño. Que no te espante el viento. ¿No ves que las reverencias vienen disfrazadas, Gafís? Inclínate al momento, un árbol será tu portento.

Anda a infiltrarte Gafís y escucha tus venas latir. No cuentes lo que existe allí dentro, guarda celoso del bosque los secretos. Si te toman de la mano no seas imprudente, no viajes en pánico sino más bien transforma tu sangre para que entiendas el asunto. Será una rama, será una flor que baja, será un pino que te llama para que duermas al pie de su tronco y halles su voz elevada. Son palabras sabias, torcidas, habrás de interpretarlas. Son naturales, verdosas, esmeraldas en joyas de vocablos que tocan a tu puerta. No lleves las botas del miedo, porque nunca más tendrás permiso de regresar. Admira mejor lo nuevo, para eso la montaña se ha erigido con tanto esfuerzo en lo siniestro de los tiempos. Allí hay poesía en los ecos del viento, cuando pasan a través de los frondosos huecos. Escúchala y aprende.

Si oyes los llantos de un niño no temas, Gafís. No seas como el recitador que está ajeno, sino como el bardo cuya música reside en el corazón de la alfombra verde. El bosque es tuyo y tú eres del bosque. No apures, no corras, no tengas curiosidad injustificada, Gafís. No muevas, no toques sin permiso, no entres en locura. Más bien admira y gradualmente se te granjeará la amistad de la montaña húmeda.

Ya sé lo que tus ojos preguntan, Gafís. Los duendes, los duendes me decís. Querer verlos es de antemano no ver nada de por sí. Si eres paciente ellos vendrán a ti, pues el sonido de la pluma en el silencio de las hojas llevará a los elementales a inquirir. Música es para ellos tu sosiego y pasión por la poesía febril. Más bien has de llamarlos sin llamarlos, así de esas magnitudes es el retruécano, Gafís. Sin querer deseando, no mires atrás de ti, concentra la carga emocional en tu pluma, en el trazo, en una caligrafía de efluvios, en labios de voz escrita, sin disturbios, como una gota de anfibolita.

Sentirás la manos pequeñas en tu espalda, los susurros difuminados en el viento, las sombras  diminutas que evaden los haces de Leuksna, las huellitas de los ayeres, todo eso verás sin quererlo. Quedará plasmado en tu obra, una esmeralda con vida, una joya de bosque, un tesoro de montaña plantado por la noche y florecido en la mañana.

Ahora ve, leal aprendiz, y de la montaña boscosa una obra escribe, con la pluma y el viento, con el aroma a cedro, con buen aliento. Escribe, del bosque escribe Gafís.

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