Morirá así, nunca quemado, sino abandonado por la armonía y despreciado para siempre por los clásicos, desde ultratumba.
Y si el frío lo sorprendiere en un helado invierno abrazando su instrumento, llegará pronto una vela, pues no hay músico abandonado en la eternidad de la música del alma.
Dulce, concertante, asertivo y poético. Me ha encantado este breve tuyo.
ResponderEliminarUn beso