Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

jueves, 7 de enero de 2021

La relativa repercusión de las palabras.

 Es bien sabido por algunos sabios que las palabras también tienen personalidades. Las hay robustas, fuertes, graciosas, groseras, enormes, diminutas, estorbosas y tímidas. Eso tan sólo por decir algo. Si uno pronuncia, por ejemplo, "pelota" varias veces, notará con desenfado que comienza a rebotar allí en la mente, golpeando de un lado a otro los hemisferios y ocasionando algunos choques entre neuronas. De tanto repetirla, sin llegar a eso que los psicólogos llaman "saciedad lingüística", podríamos forjar la aparición de alguna pelota verdadera en el mundo real. No sería tremenda coincidencia que apareciera un niño con el objeto representado: la pelota.

Oiga usted, señor coleccionador de palabras, que recuerde que toda palabra repercute indudablemente en la mente, en el papel, en los ojos y en la cabezota de otro. Así, si se tiene hambre se puede pronunciar, pongamos por caso, "hamburguesa". Así, una y otra vez, como si fuera mandatorio repetirla por lo menos unas cien veces, pronto podría figurarse en la realidad el dichoso alimento y entonces comprobaríamos que a la palabra "hamburguesa" (nada tímida por cierto), le llevó cien pronunciaciones invocar al objeto de su significado. ¿Y si no aparece? Pues será que necesita pronunciarse más veces. Mil, diez mil. Cien mil. Un millón. Uno nunca sabe. Hay palabras tan necias que quizá una en otro idioma como lasagna tarde toda una vida en manifestarse. Mas no hay que perder el empeño y recordar que las palabras tienen una repercusión.

Es normal encontrar algunos problemas básicos como eso de las lenguas nativas y la reinterpretación de las derivaciones de la misma lengua. Por ejemplo: la "hostia", que podría encontrarse durante la misa en la mesa del cardenal, suele ser la misma que propinaría un español a otro durante una discusión. Hablando de repercusiones hay que tener muy claro el significado de una palabra, porque podríamos terminar invocando una liebre cuando lo que queríamos era en realidad un simple gato.

Todo repercute. Y algunas palabras van directo al olvido, porque su repercusión es nula. Yo le invito, con este ejemplar de palabra "diccionario" a que vaya y rescate algunas palabras perdidas. Será una labor noble y nos evitaremos una catástrofe de que el enriquecido léxico del idioma se vaya al traste poco a poco. Y recuerde que más vale repetir una buena palabra al menos cien veces que repetir una palabrota un par.

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