Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

jueves, 28 de enero de 2021

Sobre invocar personajes.

 Hay quien se saca los personajes de la manga, los pone allí como monigotes en un cuento y se mueven. Agregue plastilina aquí y acá, utilice el soplo de vida de autor y voilá, tendrá listo el panorama para que la historia se desarrolle. Si bien es un método básico para extraer personajes, no es el más infalible. Tarde o temprano estos personajes un poco sintéticos se paralizarán en alguna escena, no sabrán qué hacer, preguntarán (con mucha dependencia gradual) al autor lo que hay que hacer, una y otra vez. No serán capaces de hacer una fogata en una noche de frío en algún bosque. Irán al final del viaje, sí, pero hay que estarlos moliendo una y otra vez con sus deberes.

Existe, sin embargo, otro método mucho más eficaz y duradero para que los personajes perduren, y que hagan historia. En primer lugar no hay que sacárselos de la manga. A veces parece que ocurre así porque el personaje ya estaba creado y simplemente sale en el momento oportuno. Se les diseña con tres factores: mente, cuerpo y espíritu, en buen balance. Hay que invocarlos primero en una hoja y convivir con ellos un rato. Dormir con ellos, comer con ellos, bañarlos, vestirlos, enseñarles dónde está el objeto que persiguen pero no soltárselos a la primera. También debemos aprender a decirles que NO, para que no se encaprichen. Ese será uno de los primeros momentos donde saldrán sus emociones.

Hay quien dice que las emociones de los personajes no son reales, que sólo son préstamos personales del autor. Podría estar equivocado, ¿sabe? Porque quizá el autor esté indispuesto para escribir una escena y el personaje estará allí, moliendo una y otra vez para que el escritor haga sus deberes. Cuando eso ocurra hay que dejarlos ir y explorar, porque ya están listos para continuar su historia y no la que el autor les había planeado. Y esos, con garantía de por medio, son los personajes más reales, porque llevarán una parte del espíritu del creador. Y se les extraña cuando no están. Podemos indignarnos cuando hacen algo que no esperábamos.

Se les da libre albedrío. Y no siempre van a tener éxito de buenas a primeras. Entonces el escrito ya no va a proponer qué es lo que van a hacer a continuación. Más bien se sienta, como si estuviera viendo una película, una visión. El autor describe entonces qué es lo que ellos hicieron, para que lo sepa el mundo.

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