Algunos de los enigmas más grandes del mundo se resuelven escribiendo. Creemos que la respuesta no existe, pero llega algún punto en el que los dedos se mueven por alguna fuerza interna desconocida, como si los personajes nos dijeran qué es lo que hay que poner.
Ante un enigma indescifrable hay que visitar a los personajes para que nos den sus teorías, hipótesis, explicaciones y creencias. Y no siempre nos gustará lo que nos digan. Hay que lidiar con ello. No es sano estarlos censurando todo el tiempo. Ya cuando tienen cierta confianza nos cuentan fragmentos de su vida hasta que tenemos lo suficiente como para que quepa todo en una novela.
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