Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

domingo, 14 de febrero de 2021

Equilibrio.

 No hay villano que por protagonista no venga. O viceversa. En el balance de las narraciones es imprescindible equilibrar cualquier historia. Si por alguna razón creamos algún protagonista que no tenga su opuesto, pronto se lo buscará él sin saberlo. La historia lo formulará en el universo propio de lo escrito para generar el balance, el yin-yang literario.

Y como todo antagonista requiere de un protagonista, si se diseña algún opuesto sin el original hay que precisar que el personaje contrastado se volverá automáticamente ese protagonista. Es, como por metafísica textual, un hecho de creación y destrucción. Toda historia con conciencia sabe de antemano que se requiere al menos un protagonista y un antagonista para que las piezas puedan interactuar.

¿Y si en la historia sólo aparece un personaje? El opuesto estará más difuso, pero sin duda presente. Quizá es un alter-ego, un sueño, algún vicio que no se ha definido del todo. Y si desea volverse demasiado evidente, aparecerá pronto. La historia lo moldeará y lo colocará en algún punto, aunque al autor no le parezca. Si el escritor es obstinado y desea eliminarlo, lo hará, pero orbitarán nuevos antagonistas para no deshacer el equilibrio. Si uno es persistente con esa eliminación del equilibrio la historia misma colapsará para desaparecer.

Ojo: no necesariamente se define el antagonista por ser un traidor o un ruin malhechor que coloca traspiés al personaje principal. Puede aparecer, ya burdamente, como una mancha, algún pájaro que ha evacuado inmundicias sobre la ropa, como un escenario mal conformado para preocupar al protagonista. A veces el autor creerá que se ha salido con la suya y quedará contento con su mundo utópico donde no hay antagonismo.

¿Y si le dijera que está esperando en algún capítulo posterior? "No, porque no es novela", contesta el ingenuo.

¿Y si le dijera que en su cuento no lo ha encontrado? "No, porque mi narrador es omnipresente".

¿Y si el antagonista es el narrador? Aquí podemos seguir con la discusión y la treta, pero le puedo asegurar que siempre hay por lo menos dos fuerzas opuestas. Cualquier texto es como una casa con todas las fuerzas equilibrando a cero. Todos los empujes suman, restan, multiplican o dividen y siempre que siempre el resultado es el equilibrio del perfecto cero. Si se diseñara entonces un cuento sin considerar estos factores, el mismo cuento los proporcionará tarde o temprano. ¿Ha visto algún cuento derrumbarse? Es porque en casos extremos el equilibrio no permaneció o no apareció.

El equilibrio es tan importante que cabe hasta en un aforismo. Alguien tuvo que escribirlo y alguien lo leerá. La fórmula más evidente es que el lector no lo acepte y todo entra en balance. Si el lector lo acepta será cuestión de tiempo para que aparezca el antagonista en alguno de los dos que interactúan. Y si no aparece nunca es porque en realidad ambos así lo creyeron, pero en algún punto estará allí, dispuesto a bloquear o contrarrestar el peso primigenio de la oración.

Un caso diminuto: la letra "A", que reflejada verticalmente en un espejo se transforma en una "V" con una línea por en medio. No hay que ser un genio para deducir que entre la A y el número 5 romano hay una distancia muy corta. Hay protagonismo y antagonismo. Y tan inocentes que se ven las letras...

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