Al insomnio suele tratársele con un buen libro de por medio. Hay que meter una historia en la realidad para volverla más interesante. ¿No esto provocaría entonces un mayor interés y retrasaría el sueño? Extraña inversión, pero así funciona. Lo que ocurre es que el sueño llega porque se pretende revivir la historia en el mundo de los espíritus.
A veces es el corazón el que no quiere ir a la cama, porque está lleno de aventuras, de secuencias, de amores, de anhelos. Y el cerebro suele complacerlo, dándole algún permiso para que experimente algún sentido que no tuvo durante el día. A veces es el cerebro el que no quiere dormir: está repleto de ideas, de inventos, de recuerdos, de memorias, de ocurrencias. Entonces el corazón le da el permiso de quedarse despierto para repasar todo aquello. Y a veces ninguno quiere dormir, se juntan porque desean producir algo estético, una obra de arte, una composición, un parámetro de deleite para alguno de los sentidos.
Al insomnio no se le mata con aburrimiento, sino con creación. Toda esa energía invertida en algún proyecto debe restaurarse. Y el sueño vendrá como catalizador.
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