Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

domingo, 21 de febrero de 2021

Los flujos.

 ¿Usted sabe de dónde vienen las redundancias? Cualquier diría que el autor intenta explicar por demás algo que ya se sabe, como si el lector fuera un tanto distraído (que sí lo es pero sin exagerar). Pero hay otra respuesta oculta que señala que la redundancia proviene de palabras atravesadas en la atmósfera. Lo lógico es pensar que en algunos casos hay inexperticia por parte del que escribe, que le hace falta leer más, pero no siempre la respuesta más lógica es la más satisfactoria.

Las palabras van en algún flujo. Se mueven en varios tipos de ondas y en frecuencias alternas. Son capaces de atravesar algunos medios físicos. Van veloces cual tren bala por el espacio y el aire, según venga la necesidad y urgencia del que las necesita. Entonces cruzan y aterrizan en el papel porque el autor las toma sin darse cuenta de ese repositorio fugaz e interminable. Es, pongamos por caso, como pescar con una red en un río lleno de peces de todo tamaño. El autor extiende su red mental y atrapa cientos de palabras, las selecciona en cuestión de segundos y las usa para estamparlas en su texto. Esto explicaría sin lugar a duda la razón de por qué a veces se queda absorto viendo la hoja en blanco: es uno de esos días donde no cae nada en la red.

Con esta hipótesis, las redundancias son palabras que se pegan a otras en ese flujo. A veces chocan, se regresan, algunas caen de la red. Si contáramos con algunos lentes calibrados en la percepción ideal, veríamos miles de millones de palabras en varios idiomas yendo para todos lados. El escritor revisa y vacía su red numerosas veces por minuto. En algún momento necesita un "entrar" para su texto y sin querer a veces viene pegada a un "para adentro", tal como ocurre con dos bolillos demasiado cercanos antes de hornear. Aquí no pasa nada. Es sólo que después de pescar las palabras es necesario seleccionar las que se quedarán para honrar la hoja. Y varios autores ya no seleccionan.

¿Son entonces culpables de las redundancias? De pescarlas no, pero de no retirarlas oportunamente, sí.

Sirva este amparo para defensa de aquellos que pescan muchas. Y sirva algún manual adecuado para saber cómo retirarlas.

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