Tren Literario

Tren Literario
No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

domingo, 7 de febrero de 2021

Manchas.

 Las formas de la tinta eran caprichosas. Se transformaban en sugerencias de personajes. El escritor redactaba algunas líneas. Sumergía de nuevo la pluma en el tintero y al ponerla otra vez sobre la hoja se llevaba la desagradable sorpresa de una mancha que crecía porque no había sido limpiada contra el interior del frasco. Usualmente la mancha adoptaba una forma redonda o deforme. Hasta aquí era usual también que el escritor se quejara, arrugara la hoja y comenzara de nuevo.

Aquí viene la clave importante. Era necesario volver a esa hoja, desarrugarla y doblarla de tal forma que la mancha quedara dividida por la mitad. Luego se hacía presión con algunos libros encima y se dejaba reposar durante una noche. Si se hizo bien, a la mañana siguiente aparecía una forma más definida, con más detalles, quizá algún par de cuernos o unas alas. Allí estaba el personaje ilustrado. El autor podía entonces escribir sobre duendes o demonios, sobre ángeles o criaturas diversas. Aparecían, quizá, formas no conocidas. Algún árbol sin tronco (sólo el follaje flotando en medio de la hoja), una nube negra de tormentas para los barcos, una oscuridad dispuesta a devorar los pensamientos del protagonista...

Pero ahora, si ya no escribimos con tinta y pluma, esos caprichos no ocurrirán, por lo que recomiendo hacerlo una vez a la semana. Y si tenemos el cuidado de no manchar la hoja o volcar el tintero, es crucial hacerlo a propósito. Vaciemos, pues, criaturas innovadoras para transliterarlas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario